Llego el otoño, tiempo de las castañas en la Alpujarra.
Cuando era pequeño y no tan pequeño una de las cosas que me gustaba y compensaba el comienzo del curso era las castañas. El verano se acababa y el paisaje iba cambiando a esos tonos marrones tan característicos del otoño. Donde empezaban a dar su fruto los castaños, saliendo de su fortaleza puntiaguda. Poco a poco iban haciendo su aparición las castañas en las tiendas y mercados. Algunas cogíamos para probarlas y ver si eran “mondaderas” y como estaban de sabor. Después de adquirirlas en la tienda tocaba ir a casa a prepararlas, se le hacia su corte pertinente, sino queríamos sufrir un “bombardeo”, y se echaban en la sartén tostonera “agujereada” que se ponía a la lumbre. Poco a poco se iban tostando y las movías para que no se quemaran. Ver cómo se van abriendo y desprendiendo ese olor… Ya teníamos las castañas tostadas o asadas.