¿Te gustan los caracoles?, si es así te recomendamos seguir leyendo esta entrada.
Siempre que me hablan de caracoles se me viene a la cabeza cuando de pequeño, en Cádiar (Alpujarra de Granada), cada vez que paraba de llover nos íbamos los niños a coger caracoles al campo. Puedes imaginarte cómo llegábamos de barro a casa. Pero esta vez no nos regañaban ya que traíamos una bolsa llena de caracoles. Según mis recuerdos, estos se metían en una olla y se les echaba harina, tapándolos con una rejilla para que no pudieran escapar. Claro que alguna vez había un descuido y algún intrépido caracol conseguía escapar y luego te lo encontrabas por cualquier rincón de la casa. O algún “despistado niño” jugaba con ellos y luego se le olvidaba taparlos, consecuencia: ¡ la despensa llena de caracoles por todos lados…!